En la Argentina 7 millones de fumadores ponen en riesgo su vida a diario con productos legales, mientras 1 millón de vapeadores esperan la regulación de la Anmat.
La Argentina es un país extraordinario que sorprende por su geografía, sus recursos, su gente, su fútbol, su comida y por algunas contradicciones sobre las que no se ahondará en esta nota (hay veda electoral), salvo por un caso excepcional ajeno a la denominada «grieta» nacional: el vapeo permitido su uso, pero sin productos autorizados y regulados por el Estado.
Sucede que mientras unos 7 millones de fumadores pueden ejercer ese hábito nocivo para la salud y comprar toda clase de productos de tabaco libremente, 1 millón de vapeadores adultos no pueden disfrutar libremente y con seguridad de ese consumo-un 95% menos dañino que el cigarrillo- porque la comercialización de los productos necesarios para tal fin está prohibida.
¿Qué es el vapeo?
Vapear es la actividad que una persona realiza sustituyendo la acción mecánica de fumar y el mismo cigarrillo por un artefacto electrónico denominado vapeador. Éste es un dispositivo que produce un aerosol aromatizado que se aspira y está formado por tres elementos: una batería, un atomizador y una resistencia por lo general (pero existen diversos formatos de los mismos, con cartuchos, desechables, sistemas recárgales o cerrados, etc..). El líquido para vapear no contiene tabaco, pero puede o no contener nicotina en dosis variables y además está compuesto por propilenglicol, glicerina vegetal, saborizantes y aromatizantes.
Está científicamente comprobado que fumar provoca toda clases de enfermedades -desde EPOC hasta cáncer- y que el vapeo es una actividad que implica una notable «reducción de daños» frente al cigarrillo.
En Argentina está permitido vapear y no hay ninguna norma específica a nivel nacional o local que regule el vapeo salvo por la reglamentación de la ley antitabaco de 2013. Distinto es el caso de la venta, distribución e importación de sistemas electrónicos de administración de nicotina, accesorios y líquidos, que se encuentra prohibida desde el año 2011.
Eso quiere decir que esas personas que emiten vapor saborizado a través de dispositivos tecnológicos de distinto diseño accedieron a ellos -y a los líquidos necesarios- con productos importados o nacionales sin ningún tipo de control, y sin pagar los impuestos correspondientes.
Vapeadores unidos
Frente a esta contradictoria situación, son los propios consumidores que están pidiendo la regulación del Estado. Y lo están haciendo organizados en la Asociación Argentina de Vapeadores (Asovape), que preside Juan Facundo Teme.
«En la Argentina mueren 48 mil personas por año como consecuencia del tabaquismo…Y el vapeo podría salvar muchas de esas vidas porque es una alternativa que reduce sensiblemente el daño que provoca fumar al reemplazarlo por una actividad, el vapeo, que está científicamente comprobado que es mucho menos dañina para la salud si se practica de modo correcto y con productos de calidad, certificados por las autoridades pertinentes», asegura Teme.
Es por eso, que se creó Asovape, una ONG destinada a «visibilizar las consecuencias negativas de la actual regulación sobre el cigarrillo electrónico y promover una regulación sensata»;, según se indica en el sitio web de la organización.
ASOVAPE Argentina tiene el potencial de marcar una diferencia. El éxito de ASOVAPE repercutirá positivamente en la vida de millones de personas, tanto en fumadores y sus familias, como para quienes quieran emprender en una industria naciente, afirman con convicción desde la organización.
Vapear es 95% menos nocivo que fumar
«Queremos que millones de adultos que hoy fuman puedan acceder con facilidad al vapeo para dejar un hábito que condena a 1 de cada 2 personas a la muerte por otro que es por lo menos un 95% menos dañino», asegura el presidente de Asovape.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) en su constitución establece que: “El goce del grado máximo de salud que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica o social.”
Para cientos de miles de fumadores argentinos alcanzar ese “grado máximo de salud que se pueda lograr…” representó reducir en un 95% el daño que ocasiona al tabaquismo cambiando el cigarrillo de combustión tradicional por el VAPEO.
Teme es un emprendedor de múltiples rubros que dedica gran parte de su tiempo libre -y parte de sus propios recursos- a la difusión de los beneficios del vapeo y a que los ciudadanos tengan la oportunidad de conocer y elegir las alternativas que les permita reducir los daños causados por el tabaquismo, así como promover regulaciones diferenciadas y justas para estas alternativas.
Gracias al trabajo de este joven activista de los derechos del consumidor y apasionado por la reducción de daños que ofrece el vapeo frente al cigarrillo, autoridades de todo el país y legisladores han sido informados de la necesidad de legalizar la venta y producción de productos necesarios para la protección del millón de vapeadores de la Argentina. Y también del beneficio extraordinario para las arcas del Estado que produciría cobrar los impuestos sobre a inmensa cantidad de productos que hoy, por no tener un encuadre legal e impositivo, no tributan.
La Anmat y el Congreso de la Nación deben dar una respuesta a los ciudadanos que optaron por el vapeo frente al consumo tradicional -y más dañino- del tabaco.
Fuente: https://www.diariopopular.com.ar/salud/el-vapeo-un-habito-que-crece-y-requiere-la-regulacion-del-anmat-n734350