Por Antonella Marty en colaboración con Asovape Argentina.
Hace muy poco tiempo, algunos legisladores y políticos encontraron un nuevo blanco: el vapeo o el acto de vapear, así como también lo ha sido el consumo de azúcar, de tabaco, de alcohol y de las demás drogas. La voz del consumidor, para variar, importa poco y nada.
Los vaporizadores son unos dispositivos que evaporan sustancias activas a diferencia de la combustión en el caso de los cigarrillos tradicionales. El punto radica en que vapear se ha convertido en una alternativa para que los adictos/dependientes del cigarrillo dejen de fumar.
Como el vapeador no tiene tabaco, y es la combustión del tabaco la principal causante de las muertes por consumo de cigarrillo, inmediatamente se reduce el riesgo de enfermedades y muertes relacionadas al tabaco. Tengamos en cuenta que al año mueren más de ocho millones de seres humanos a causa de enfermedades relacionadas a su consumo. De todos modos, prohibir el tabaco, como aprendimos, no parece ser la mejor solución.
Los resultados de los estudios en materia de salud han quedado plasmados en una investigación1 elaborada por el Public Health de Inglaterra: el vapeo es un 95% menos dañino que el cigarrillo tradicional. Además, vapear es efectivo para dejar de fumar (mucho más que los parches o chicles). Con el vapeo, además de poder elegir una inagotable variedad de sabores, también se puede seguir accediendo a la nicotina (que, por cierto, muchos gobiernos han iniciado una cruzada contra ella, sin siquiera saber que no es la causante de las muertes o enfermedades relacionadas a fumar cigarrillo). Al vapear uno puede consumir la nicotina que necesite, pero no mete en su cuerpo los cientos de componentes tóxicos que derivan de la combustión del tabaco.
Al final, como bien lo afirma el think tank que defiende los derechos de los consumidores, el Consumer Choice Center, quienes quieren abandonar el cigarrillo se encuentran limitados a la hora de elegir alternativas para hacerlo. Pero, por otro lado, al prohibir alternativas como el vapeo también se pierden puestos de trabajo que podrían dar un empujón todavía mayor a la economía.
A través de investigaciones2 y estudios, la Foundation for a Smoke Free World concluyó que si las regulaciones y prohibiciones relacionadas al vapeo no existieran, podrían prevenirse entre tres y cuatro millones de muertes al año. Pero una vez más, los gobiernos priorizan su arrogancia y necesidad de jugar a ser los padres, mientras los individuos padecen las malas consecuencias de esta tóxica relación.
Va mucho más allá amigo… es un negocio redondo, donde el estado sigue ganando impuestos con un 87% menos egresos por salud, por eso lo incluimos como tabaco, abrimos las puertas a las recetas médicas obligatorias y además nuestros grandes enemigos , las tabacaleras no pillan si les cobramos los impuestos que digamos ( los paga el usuario final)… los antitabaco ya se centran no en el tabaco si no en seguir ganando de los vapers y recibir jugosas becas… y todo el mundo feliz, menos los usuarios de vaporizador, que seguirán soportando tener aparatos de la calidad que ellos quieran poner en mercado, sumarán las farmacéuticas, y el Estado seguirá con el confort de cobrar lo que a ellos se le da la gana.